Caricias por empezar,
rotas de espera;
de soñarse fatigadas,
lo mismo que nuestras bocas
de besarse en la distancia.
Las manos al descubrir
un tumulto de gozos
traspasados por el mar,
hicieron del tacto asombros,
dibujando estelas de placer
en la travesía
de nuestra primera desnudez.
2 comentarios:
A veces la torpeza nos induce a no encontrar respuesta. La soledad de la noche sin el ser amado, me dio un increible regalo, vagando en su busqueda.
Gracias, tus poemas nos ayudan a encontrar el camino.
Hola Javier!!! Gracias por tu reflexión y por sentir que mis poemas conducen a "un camino..."
Creo que no lo pretenden- yo no sabría componer caminos- porque como decía Machado " no hay camino, se hace camino al andar"
Sin embargo, sí es cierto que el elocuente silencio de la soledad de la noche- como magistralmente expresas- puede procurarnos las diferencias minúsculas que existen entre un efímero grano de arena y "los siempres" de las rocas.
De este modo nos embriagamos de un techo de eternidad, dentro de la fragilidad de nuestras vidas, y se quiebran las torpezas...
Gracias. Besos: Juana
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