del movimiento.
Fabuladores, traidores,
como si acoplados
en el tiempo de un te quiero,
compusiesen tristezas
en el caminar de los quizás.
Los días son los sigilos
de la desnudez.
Delatores, quiméricos,
como si inventados
en los instantes de un adiós,
ofreciesen auroras
en el filo de las amarguras.
Los días son frágiles,
de un azul algodonado.
Despiertos, derramados,
como si aposentados
en las horas de un después
vertiesen topacios
en las sombras de Dios.
4 comentarios:
Me inquieta la fragilidad de esta poesía y al mismo tiempo me serena su sorprendente espiritualidad. Buena.
Los días son fragiles...tal vez conozcan su efimero destino. Las personas parecemos disfrutar menos, que los días, de los instantes de la vida... y, sin embargo, somos conocedores de nuestra finitud terrenal...
Gracias, por deleitarnos con tu sensibilidad -ante los poemas y las fotografías de Andrés y José Carlos Ñíguez- que, unidos, existimos en este espacio virtual- ideado por Andrés- para deleite de aquellos que nos visitais, cada día, con el corazón...
Querida Juana.
Me asombras otra vez más, tu sutil y gran delicadeza, en este poema, para aliviar, la gran carga de crudas palabras, que este encierra.
Querida Rufi:
Siempre estás ahí dispuesta a sentir. Es bello vivir así. Yo tampoco entiendo otro modo de vivir...
Y sí, intencionadamente, he pretendido que el poema hablara de lo difícil que son las horas de los días y, a la vez, de la hermosura que existe en ellos; cuando con la intención: los miramos frente a frente.
Mirar los días es una forma de tejerlos, de hacerlos nuestros y de nadie.
Gracias por visitarnos y participar con tus atinados pensamientos.
Besos: Juana.
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