Eras distinta.
Asombro. Deleite.
Sin atributios que conjugar.
Distinta. Lo supe.
No lo pensé.
Lo supe con las manos de acariciar
no desde la altura del pensamiento.
Delante de mis ojos te escondías
en tus contrastes azules.
Única, gesto a gesto, te reconocí
entre los infinitos de la nada,
entre los letargos oscuros de mi alma
ya apagada. Te reconocí.
En un tiempo coincidido
en las entregas de un instante,
en un escorzo de luz.
Habías llegado.
Desde los designios casuales,
desde los secretos fatigados
por tanto silencio.
Habías llegado.
Un techo de agua se rasgó
en la alegría de mi amor al percibirlo.
¡ Qué gozo haberte hallado
entre las calles del mundo!
Pintura de Rufi García Nadal. Acrílico y técnica mixta, sobre tabla entelada 60x50 cm
Juana Hernández Conesa
lunes, 14 de septiembre de 2009
sábado, 12 de septiembre de 2009
Linajes
Soy de una tierra
que posee una solemne estirpe:
tiene palabras de aceite
y de vino,
sílabas de plata y oro
en sus entrañas,
dioses y reyes antiguos,
y un cielo que ha visto la muerte.
Su mar vive en un pedestal
de naves,
que a lomos de glorias
conoció el viento
en el terror
de cada batalla.
En mi tierra hubo hombres
esclavos
sin rendirse al enemigo,
y mujeres que parieron,
desde los semilleros
de la vid y del olivo.
Madres de una tierra
defendida
contra la invasión
y la avaricia.
Hijos del mar,
de olas eternas,
libres,
que miraban los senos
de las estrellas
para acallar el hambre
de las derrotas.
Fotografía:niguez.com
que posee una solemne estirpe:
tiene palabras de aceite
y de vino,
sílabas de plata y oro
en sus entrañas,
dioses y reyes antiguos,
y un cielo que ha visto la muerte.
Su mar vive en un pedestal
de naves,
que a lomos de glorias
conoció el viento
en el terror
de cada batalla.
En mi tierra hubo hombres
esclavos
sin rendirse al enemigo,
y mujeres que parieron,
desde los semilleros
de la vid y del olivo.
Madres de una tierra
defendida
contra la invasión
y la avaricia.
Hijos del mar,
de olas eternas,
libres,
que miraban los senos
de las estrellas
para acallar el hambre
de las derrotas.
Fotografía:niguez.com
Fronteras
Celebro tanto tu mirada
que me falta tiempo
para despojarme de tus ojos.
Me falta tiempo
para embriagarme con tu olor
a caracolas de azules oceánicos
en una espera de lentitudes naciendo.
Celebro tanto ese misterio de querernos
que me falta tiempo
para dibujarte
en las lunas
que pasean por el cielo.
Fotografía niguez.com
que me falta tiempo
para despojarme de tus ojos.
Me falta tiempo
para embriagarme con tu olor
a caracolas de azules oceánicos
en una espera de lentitudes naciendo.
Celebro tanto ese misterio de querernos
que me falta tiempo
para dibujarte
en las lunas
que pasean por el cielo.
Fotografía niguez.com
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Presagios de amor y vida
domingo, 29 de marzo de 2009
Las horas del gozo
Escapada el alba
de los cielos que la atrapan
como si viviera en los adioses,
vuela a los rincones, el alba,
a los infinitos números
de los vientos monosílabos,
vuela el alba.
Ingrávidas horas de lo acabado
entre los gozos de las formas,
vive el alba,
salvada de las nadas;
como una doncella, vive el alba,
en las geometrías de los templos
donde residen nuestras almas, vive el alba.
Obra: Rufi García Nadal
de los cielos que la atrapan
como si viviera en los adioses,
vuela a los rincones, el alba,
a los infinitos números
de los vientos monosílabos,
vuela el alba.
Ingrávidas horas de lo acabado
entre los gozos de las formas,
vive el alba,
salvada de las nadas;
como una doncella, vive el alba,
en las geometrías de los templos
donde residen nuestras almas, vive el alba.
Obra: Rufi García Nadal
viernes, 7 de noviembre de 2008
Más allás de tu cuerpo
He hallado el gemido de la Tierra
en las esferas de tus senos,
en los senderos de tus labios a mis labios,
en el sabor a brea que desprenden
tus palabras, cuando recitan besos
a mi cuerpo.
En el azar del deseo
donde se mecen las tardes palpándose:
¡he hallado el gemido de la Tierra!
Violetas húmedas
Eran violetas húmedas,
plenas, germinadas,
en una eternidad sin dioses.
Arrebatabas los instantes
dejándolos sin tiempo,
enmudecías la jerga de la razón.
Con tus manos invadías
el imperio de su ciudad escondida,
enredándolas entre la desnudez
de sus estambres.
Era tu cuerpo en el mío,
recorriendo las esdrújulas
entre el perfumado gemir
de las caricias en flor.
jueves, 6 de noviembre de 2008
Inventando besos
En ese ajetreo de manos
al contraluz de una mirada,
se abrazan nuestros besos
al viento de la tarde.
Y suceden...
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