Él agonizaba
amparado por los días ignorados de la vida,
disimulando el presagio sombrío de las tristezas,
meciéndose en la realidad de lo inmediato.
Yo lo miraba,
acallando el clamor del desorden,
enmudeciendo el arrebato de las lágrimas.
Me turbaba la ira
que sin pudor, calaba mis huesos
hasta la extenuación.
El mar, con la marea en desbandada
me insultaba dejándome a merced de la bruma,
impregnándome de hastío.
Aquel lugar atesoraba más tiempo que historia
asediado por espectros de esculturas ociosas,
saciadas de bacanales de belleza.
Él enmudeció
entre un sopor lejano de destinos sin luz.
Y tras él, todo aconteció con una prisa absurda
y quedó solo,
solo, junto a sus sabias elucidaciones.
Sentí orfandad.
El desdén embalsamado de la rutina
me entregó a delirios indescifrables.
Me confiné
en los frondosos bosques de la seducción,
embriagada por las evocaciones de su amor.
Mi alma palpitaba aletargada,
la ausencia se arrebujaba enojosa
entre las despedidas de los astros.
La legitimidad de cada sueño
por cobrar corporeidad,
era insaciable y codiciosa.
Él, el héroe, murió
era la muerte una obligación que le acechaba.
La había conjeturado lejana;
se presentó afectuosa y expedita.
Huí del espanto,
me abrigué entre los absurdos de los gozos más abruptos.
Las coincidencias: prodigios de osadías ajenas,
se proclamaban
en una cursiva de tintas emborronadas,
sobre pliegos de papel con olor a fatiga.
Las voces, espectrales, se confabularon.
Escucharlo en la memoria
era remontar la corriente en su peregrinar de albures,
arrebatando a la muerte sus hipócritas voluntades.
Ahora, se interrumpen los anhelos,
sin él las congojas se perfuman con soberbia,
y latiguea el estrépito de la barbarie,
en el puerto amarrada
junto a un velero inconsolable...
2 comentarios:
Mi querida Juana:
Permiteme hacerte un comentario sin palabras escritas, porque todas las has cogido para él.
Tantas veces, he leido este poéma, en tiempos pasados, distintos, pero demasiado reciente y siempre me quedo muda y tu, en tu sabiduría de conocerme sabes el porqué.
Un beso
Querida Rufi:
Prefiero que el silencio nos acompañe en este poema tal y como tú indicas muy acertadamente.
Gracias. Besos: Juana.
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