A José María Flores Pilarte, más allá del infinito
Recuerdo el último invierno
la muerte te ganaba la partida con su astucia de vieja
acostumbrada.
Eras la espada que hería el aire con destellos de agonía
presentida.
¿Cómo no recordar tu fatiga de guerrero
buscando a tientas el campo de batalla?
Recuerdo el último invierno
tu caminar errante, tus pensamientos sabios, tu taller de
orfebre, tu afonía desafiante.
Eras el Che Guevara sin noticias del Cristo de Mantengna.
¿Cómo no recordar el rumor de los cañones
dispuestos desde las alturas de tu alma?
Recuerdo el último invierno
tu mirada de lluvia, tus anhelos azarosos, tus teselas luminosas,
tus manos de tierra.
Eras la deshora que apuraba el último sorbo codiciosa.
¿Cómo no recordar la estrategia de un
soldado esperando matar a la muerte?

fotografía: niguez.com