de los cielos que la atrapan
como si viviera en los adioses,
vuela a los rincones, el alba,
a los infinitos números
de los vientos monosílabos,
vuela el alba.
Ingrávidas horas de lo acabado
entre los gozos de las formas,
vive el alba,
salvada de las nadas;
como una doncella, vive el alba,
en las geometrías de los templos
donde residen nuestras almas, vive el alba.
Obra: Rufi García Nadal