martes, 30 de octubre de 2007

Los tres sueños de la razón


Capítulo I: París bien vale una misa 


PARÍS SE PREPARABA PARA LA CORONACIÓN DE MARÍA DE MÉDICIS, QUE TENDRÍA LUGAR  EN LA BASÍLICA DE SAINT-DENIS el día 13 de mayo del año del Señor de 1610, durante la tregua de la guerra que se reanudaría en 1618 continuando hasta 1648, conocida como la de los Treinta Años. El día se despabiló con una luz lenta y asoleada, comprometiendo a la primavera parisina con un viento sedoso y, sin embargo, frío.  Las fogatas a punto para arder durante la noche aún dejaban presentir  entre sus brasas la ebria vigilia que la ciudad vivía allí junto a los mansos,  los desventurados, los jugadores, los camorristas y los amigos de lo ajeno, que  utilizando el encubrimiento que alberga la lobreguez se afanaban en sus menesteres poco declarables. Espontáneamente les sorprendió el crepúsculo matutino arrebujados entre jergones  hediondos y, a cielo abierto, la canalla trataba de componérselas con el apaño de sus harapientos ropones que les procuraban el ocultamiento del saqueo.  


Entre el hedor de los semejantes y el fluido de las deyecciones, los maleantes parecían aviarse con maestría, y, por intuición secular, todos los  tarambanas rehusaban el agua y  se  apegaban al vino sin perder de vista el estilete o el puñal. La vida no tenía valor para la rufianería,  ya que no se podía trapichear  con ella. Los objetos y el peculio,  por el contrario, eran muy valorados por la chusma, que sabía que tras adueñárselos les podían proporcionar un itinerario de sabrosos bocados que zamparían con glotonería desmedida.


Capítulo I completo: pincha aquí



Paris bien vale una misa













..."en todos los círculos se hablaba de las infidelidades de Enrique de Navarra hacia la fe católica; de hecho, se afirmaba sin titubeos que ya lo había anunciado en Saint-Denis el 25 de julio de 1593, durante el acto de abjuración canónica de las herejías protestantes, que debió acometer, por segunda vez, para acceder al trono de Francia. La memoria social, ayudada por el gregarismo que procura la murmuración, descifraba el engaño en el instante en que el futuro rey manifestó públicamente: ¡"París bien vale una misa"!, era incuestionable, ante sus alegatos, que de este modo Enrique IV había anunciado en su declaración que los asuntos gubernativos relegarían al acervo religioso del reino.



En los últimos años los impuestos provocaron aceradas revueltas, el pueblo francés se negó a pagar lo que había dispuesto Sully, mano derecha del monarca. Para más ironía, aún a sabiendas de sus circunstancias, se afirmaba adrede y con intención maledicente que el Rey y la Reina gastaban grandes sumas en sus amantes y en el juego, y que  las monedas de oro y plata, por su causa, se habían ausentado de Francia. El Rey ya había obtenido el acuerdo de anular su primer matrimonio, con Margarita de Valois, en el Tribunal de Roma, componiendo una circunstancial boda favorable con la católica banquera florentina María de Médicis, que se suponía fecunda. Lo era..."





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¡Paris bien vale una misa!



fotografía: niguez.com



Continuará...



4 comentarios:

terevidal dijo...

!Qué gozada de capítulo!. Me resulta especialmente increíble la frescura, exquisitez y sobre todo lo amena que resulta su lectura.
Me impresionan especialmente durísimas expresiones , pero tan tan atinadas como, "menesterosos poco declarables" "escasez de la realidad como único fín" ó "la ignorancia necesaria para sobrevivir" para describir semejante desbarajuste , haciéndonos imaginar sin esfuerzo a un ingenuo Descartes pero con todos sus sentidos alerta a pesar de su aparente falta de interés , haciendo intuir al lector la inevitable repercusión que estos dos dias tuvieron en su pensamiento futuro.
Se ha quedado corto. Espero con impaciencia el próximo capítulo. Tere

juanahernandezconesa dijo...

Gracias, Tere.
Advierto, por tus dos comentarios, que tu fidelidad a la Página es incondicional y comprometida.
Gracias, muchas gracias, de todo corazón. El siguiente capítulo de los "Tres sueños de la razón" lo podrás releer( tu ya lo habías leído en la edición en papel) en pantalla, muy pronto.

Resulta necesario resaltar tu compromiso para con la amistad: explícito, libre y hermoso, en una época en donde las personas, la mayoría de las veces, somos "objetos de usar y tirar": hoy me interesas y dibujo una falsa amistad; mañana ya no me interesas- no me eres útil- y la borro con absoluta crueldad.

Y ya el "tiempo"...-al que, creo, que le damos demasiado trabajo- se encargará de dilucidar acerca de lo que hemos "aprendido" de todo este ejército de "chapuceros de la vida".

Pobre "tiempo"... siempre le encargamos las tareas más ingratas.
Se merecía un elogio, humilde pero leal. Y eso he pretendido.

Besos: Juana.

jguirao dijo...

¡Hola Juana! una vez mas me atrevo, si me lo permites, a comentar tu novela: "Los tres sueños de la razón". Esta vez me permitiras que me imagine instalado en ella; en esa época y e esa ciudad : París.

Hay tantas cosas en comun entre el personaje y yo mismo que sólo reiterar lo que sentí al leerla. Es imaginar que en esa ciudad me gustaria decir:" te quiero " despues de haber tenido la fortuna de encontrar, el gusto de conocer y la ilusion de vislumbrar, o mas bien algo sutilmente interesante.........
Besos, te quiero. Siempre, Jaume

juanahernandezconesa dijo...

Gracias. Por lo que comentas te ha rozado la piel la vida de aquel, aparentemente, aburrido filósofo... no sabes lo que me alegra que lo hayamos sacado del "cogito ergo sum"... él era mucho más.
El próximo capítulo en breve estará en pantalla. Aunque tú ya lo has leído en la edición en papel... ¡estás como Tere!...¡ os gusta releerlo en la Página. Gracias.
Besos: Juana.